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Miércoles 5 de Febrero, 2025
 
 
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Los datos de 16.000 tarjetas bancarias argentinas, a la venta en la dark web 

Un reciente estudio elaborado por NordVPN descubrió que hay más de 6 millones de tarjetas bancarias robadas a la venta en la dark web. Estas tarjetas están registradas en instituciones bancarias de prácticamente todo el globo, y entre ellas se encuentran hasta 16.000 tarjetas bancarias de Argentina, lo que hizo saltar las alarmas en el país. Si pensás que alguna de tus tarjetas puede haberse visto afectada, entonces te conviene cambiarle el PIN cuanto antes. 

De los 6 millones de tarjetas bancarias localizadas, un 58,1% provienen de los Estados Unidos, que se convierte así en el país más atacado por los hackers. Quizá por la abundancia de estas tarjetas, el precio por el que podían adquirirse los datos de cada una rondaba los 6,86 dólares, algo por debajo de la media global, que se sitúa en los 7,01 dólares. Se trata de precios sorprendentemente reducidos, que cualquiera puede pagar para robar una tarjeta. 

NordVPN adjunta incluso un mapa virtual que nos permite analizar con más detalle la información de las tarjetas robadas en cada país. Sorprende la escasa presencia de tarjetas bancarias robadas en China y Rusia, lo que puede apuntar al origen de la mayoría de estos hackeos.  Hasta el momento se desconoce la autoría de estos ataques digitales, pero resulta claro que son realmente masivos, lo que nos invita a redoblar nuestras medidas de seguridad. 

ESTADOS UNIDOS ES EL PAÍS MÁS AFECTADO

La información proporcionada por el estudio es realmente exhaustiva, y gracias a esto podemos entender mejor los riesgos a los que nuestras tarjetas bancarias se ven expuestas cada vez que las empleamos para hacer cualquier compra online. En el caso de las tarjetas bancarias de Argentina, por ejemplo, vemos que su precio ronda los dos dólares por unidad, lo que las sitúa entre las más económicas que pueden adquirirse en la dark web. 

Asimismo, resulta preocupante que predominen las tarjetas de crédito robadas frente a las tarjetas de débito. Esto puede suponer un serio problema para las víctimas de estos hackeos, porque los ciberatacantes en poder de estos datos pueden agotar el crédito de las tarjetas hackeadas, y sus víctimas deberán seguir pagando sus cuotas a los bancos durante los próximos años. ¡Es decir, los hackers pueden robar dinero que las víctimas ni siquiera tienen! 

Los ataques mediante malware y de fuerza bruta, los más extendidos En un apartado más técnico, vemos que los ataques de fuerza bruta fueron el principal método para hacerse con los datos de las tarjetas robadas. Estos ataques tienen más éxito cuando el número PIN de las tarjetas es fácil de adivinar, como un año de nacimiento o una sucesión básica de números –1234, 5555, 9876, por ejemplo–, y por eso las empresas de ciberseguridad y las entidades bancarias insisten en la importancia de optar por combinaciones complejas. 

Cerca de un tercio de las tarjetas, sin embargo, fueron robadas mediante malware. Este malware puede haber infectado los dispositivos de las víctimas para robar sus datos de pago al realizar una compra online, por ejemplo mediante el uso de un keylogger. Para prevenir estos posibles hackeos es necesario contar con una herramienta anti-malware capaz de detectar y eliminar estas formas de software malicioso antes de que puedan robar la información. 

Por otra parte, los hackers también pueden robar los datos de pago mediante la instalación de malware en un dispositivo intermediario. Por ejemplo, pueden infectar los servidores de nuestro proveedor de internet para interceptar nuestras comunicaciones. En este caso, es necesario hacer uso de una VPN, que es  una herramienta de cifrado de datos capaz de encriptar todas nuestras comunicaciones digitales para hacerlas ilegibles ante los hackers. 

El índice de riesgo se dispara en los países con mayor PIB per cápita Dentro del enorme alcance del hackeo, Argentina se encuentra en una posición relativamente segura. De acuerdo con un parámetro conocido como ‘índice de riesgo’, los países que tienen una mayor probabilidad de sufrir el robo de tarjetas de crédito son Malta, Australia y Nueva

Zelanda, todos ellos con un PIB per cápita realmente elevado. Países con menor PIB per cápita como Argentina, Venezuela o Zimbabwe  presentan un riesgo de hackeo mucho menor. 

Como anticipábamos al comienzo, los países con el menor ‘índice de riesgo’ son Rusia y China, con mucha diferencia frente al resto. Si los hackers se encuentran radicados en estos países, es probable que eviten el robo de tarjetas en sus propios territorios para esquivar problemas con la justicia. En cambio, los robos de tarjetas en Estados Unidos es muy improbable que se vean perseguidos en suelo ruso, sobre todo tras la reciente invasión de Rusia a Ucrania. 

La autenticación en dos pasos puede evitar males mayores 

Pese a que el índice de riesgo en Argentina es bastante bajo –apenas de un 0,33–, el riesgo sigue estando presente. Por eso es más necesario que nunca adoptar medidas de precaución para proteger nuestras tarjetas bancarias, sobre todo en el caso de las tarjetas de crédito. El uso de números PIN aleatorios, la instalación de herramientas de ciberseguridad en el celular y la prudencia a la hora de comprar online son algunas de las claves para proteger las tarjetas. 

Además, debemos recordar que la mayoría de entidades bancarias ponen a nuestra disposición sistemas de autenticación multifactor con los que podemos proteger nuestras tarjetas todavía más. Estos sistemas de verificación pueden vincular la tarjeta a una app bancaria, una app de autenticación, un número de teléfono, o un sistema de autenticación biométrico. De este modo podemos prevenir el uso ilegítimo de las tarjetas en caso de robo. 

Si no activamos los sistemas de comprobación en dos pasos, basta el robo de los datos de la tarjeta para que cualquier hacker pueda usarla en su propio beneficio. Sin embargo, al activar la autenticación en dos pasos, recibiremos un SMS o un mensaje en nuestra app bancaria solicitando nuestra confirmación antes de cada transacción. De este modo podemos denegar la compra, y, seguidamente, solicitar la cancelación de la tarjeta con efectos inmediatos.